De todos los reptiles de la comarca, el lagarto ocelado es el que alcanza mayores dimensiones, pudiendo sobrepasar los 80 cm de cabeza a cola.
El cuerpo es de tonos verdosos y en el dorso se observan manchas amarillas y pardas, mientras que en los costados muestran unos ocelos azules característicos de la especie. Esta coloración se hace más intensa durante la época de celo.
Este lagarto, típicamente mediterráneo, elige lugares cálidos y soleados. Suele esconderse entre las piedras o en madrigueras hechas por otros animales o cavadas por él mismo. Es de hábitos territoriales, por lo que es frecuente que podamos observar al mismo ejemplar soleándose sobre la misma piedra de forma recurrente.
La población de lagartos ocelados viene sufriendo durante los últimos años una profunda regresión debido, entre otras causas, a la caza por parte del hombre.