Montánchez

La sierra de Montánchez está coronada por el Monte Viejo (Montancil) a 998 metros de altitud, y de ahí, sospechamos, viene el nombre de la población, que se asienta en un collado a dos vertientes (Tajo y Guadiana) y defendida por un Castillo al Poniente, en la cota 713.
La serranía está rodeada de viñas, olivares, zahurdas y zahurdones, lo que nos clarifica sus industrias básicas: buen vino, aceite y principalmente el curado de jamones cuyos resultados son espectaculares. Es tierra de sabores, olores y placeres naturales en un entorno cuya belleza aumenta su atractivo.

La historia montanchega se remonta a orígenes ignotos, hay restos de todas las épocas siendo en la Edad del Bronce cuando se empieza a definir la población dispersa en las majadas que ubicaban cerca de fuentes inagotables. Los zahurdones con su construcción en falsa cúpula son viviendas cuya tradición viene de los grandes túmulos megalíticos y se han seguido construyendo hasta los tiempos recientes de nuestros abuelos. En uno de ellos, que hay en una nava muy cerca del Montancil se pueden ver grabados unos signos silábicos ibérico-tartésicos bajo la toza de una hornacina interior.

El trazado urbano de la localidad se ve obligado a salvar las diferencias de altura que impone la irregularidad del terreno; de ahí las considerables pendientes y los frecuentes quiebros de sus calles. El término municipal de Montánchez carece de continuidad espacial en toda su extensión, pues al sur del de la vecina población de Alcuéscar aparece una franja de terreno perteneciente a aquel municipio; y es precisamente en el límite de esta franja donde se encuentra el Balneario de Fuentes del Trampal, con aguas de importante calidad y poder curativo.

Situación de la población